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(Un cuarto “luego” aparece en 20 versículos)
El Espíritu Santo quiso que los escritores de los evangelios y de otros libros de la Biblia registraran en muchos casos los nombres de las familias principales. Tal es el caso de Zebedeo, el pequeño empresario pesquero que tenía jornaleros, y por lo menos una barca. Sus distinguidos hijos Jacobo y Juan, discípulos en la pesca, pasarían a ser parte del círculo íntimo del Señor Jesús, junto con Pedro.
No se dice con claridad, pero hay muchos indicios, que su esposa fuera hermana de María, la madre de Jesús (compare Jn 19:25 con Mt 27:55, 56 y Mr 15:40). Si así hubiera sido, toda la familia se involucró con Jesús de Nazaret, su pariente cercano. Muy pronto María lloraría a su amado hijo, y en unos años Zebedeo y su mujer enterrarían a Jacobo el apóstol, muerto a espada por el malvado Herodes.
Con cuánta frecuencia, a través de los años, Jesús ha llamado a familias enteras como pastores y siervos del redil. Abuelos, padres e hijos han sido ministros de Dios . Y desde luego también, miembros de la misma familia, han sido útiles siervos y líderes en las congregaciones. Ni las limitaciones, la escasez o las persecuciones, los han arredrado y han trazador líneas genealógicas semejantes a las bíblicas.