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Pablo creció en Jerusalén, educado en el judaísmo conforme a las tradiciones de sus antepasados, bajo el rabino Gamaliel, miembro del Sanedrín y uno de los principales maestros judíos de la época. Fariseo, y de padre fariseo guardaba celosamente la ley. Siendo miembro de la secta de los fariseos, él fue una de las estrellas emergentes del judaísmo del primer siglo y muy posiblemente haya sido misionero judío activo que ganaba prosélitos entre los gentiles.
Los dos verbos usado por Pablo para describir la ceguera de su fanatismo, no son exagerados ni simbólicos. Persiguió a la iglesia de Dios de forma cruel y despiadada. Y el término asolar (dejar sola una ciudad) describe el grado de dolor que causaba a los creyentes. Usa el término –portheín- el cual describe el nivel de fuerza militar que se imprimía al tomar una ciudad a sangre y fuego.
Estuvo presente cuando fue apedreado Esteban (Hechos 7:58-60), lo cual posiblemente comenzó a marcar su vida al contemplar al valiente mártir, y tal vez escuchó que Esteban había declarado ante el Sanedrín: “veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (7:56) y luego él personalmente cuidó las ropas de los que lo apedreaban y le escuchó decir “Señor Jesús, recibe mi espíritu” y le vio postrarse de rodillas clamando a gran voz: “Señor no les tomes en cuenta este pecado” y habiendo dicho esto, durmió. (7:58-60)
