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El apóstol Pablo le hace ver al apóstol Pedro lo que ya sabía, que la salvación venía de Jesucristo Hijo de Dios y que ellos lo aceptaron, siendo judíos, muy lejos de los paganos gentiles, que caminaban sin ordenanzas, comportándose como querían; nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley.
Y le recalca lo que Jesús les enseñó y que juntos han estado predicando ya por muchos años: que por las obras de la ley nadie será justificado, sino por la fe en la persona de Jesús tal y como lo dice en Romanos 5:1 “justificados, pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”
Que hermoso es vivir ahora en Cristo y contar con la bendición de ser justificados sólo por el hecho de tener fe en Él. La ley en sí era muy pesada para los propios judíos, como el mismo Pedro lo dijo en Hch 15:10: “un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar”. Y como Romanos 5:6 lo expresa: “porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos”.