Pablo al defender el evangelio que predicaba, describe el carácter de un pacto terrenal, el cual una vez firmado, sellado o ratificado, no puede ser invalidado. La base del pacto con Abraham era la fe, ya que en ese momento todavía la Ley no se había dado al pueblo de Israel, porque ésta vino en los tiempos de Moisés cuando salieron de Egipto. Por tanto, el apóstol Pablo cita que Dios prometió y cumplió, lo que le dijo a Abraham.

El apóstol Pablo recalca que a Abraham y a su descendencia, fueron hechas promesas de parte de Dios, citando Génesis 12:7, es decir, que Dios le hizo promesas a Abraham que eran para él y para su descendiente: Cristo. Una línea maravillosa que no se interrumpió, hasta llegar a Jesús de Nazareth.

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