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Al poner a Cristo como el estándar a seguir, tanto el apóstol como los que estaban presentes, todos serían hallados pecadores, porque Cristo cumplió la ley a la perfección y sin pecado alguno se entregó por la humanidad. Esto era un gran ejemplo, pero a la vez algo muy difícil por superar, por ello cuando el apóstol Pablo hace la pregunta si Cristo es ministro de pecado, está desligando al hombre del Dios Santo, esperando que el hombre transformado, viva en una nueva dimensión alejado del pecado y de las cargas de la ley.
Como personas redimidas por la sangre de Jesucristo, nuestra naturaleza ha cambiado y somos diferentes. Nuestra vida en todo tiempo debe dar fruto acorde a esa naturaleza, para que la ley del pecado, ya no tenga poder sobre nosotros. La declaración siguiente lo encierra todo:
