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Se cree que el apóstol no fue fundador directo de esta congregación, a diferencia de otras. Inclusive se ha llegado a pensar que probablemente él estuvo de paso en Colosas mucho antes de la fundación de la iglesia, ya que esta ciudad era la de menos importancia en el área, donde resaltaba Hierápolis y Laodicea en el Valle de Lico, muy cerca de Éfeso. Entonces, la poca relación que sostuvo, de entrada, debería haber sido a través de sus amigos colosenses, ya que los cristianos de esa generación, no le conocían personalmente, pero el predicador de los gentiles les mostró su afecto a través de la carta. Las personas más cercanas a él, fueron Epafras, Filemón, Onésimo y Tíquico a quienes trataba de manera respetuosa con los adjetivos de “amado hermano”, “fiel ministro”, “consiervo en el Señor”, “siervo de Cristo “, entre otros.
Los colosenses entendieron el amor profundo que demostraba el Ápóstol, cuando les dio a conocer que sentía agonía profunda por ellos. La iglesia de Colosas estaba en serio peligro, por las falsas enseñanzas que estaban surgiendo; como se cree, eran una extraña mezcla de doctrinas cristianas, ciertas tradiciones judías no bíblicas y filosofías paganas, semejantes a la mezcla de las sectas falsas que existen en el tiempo actual (B. de Estudio Pentecostal Pg 1708). Suplantaban la posición central y la supremacía de Cristo en la creación, la redención y la iglesia. Algo que se debía defender.
