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Esta última sección del capítulo es la conclusión apostólica sobre el tema de la unidad que tiene el creyente en Cristo. La conjunción causativa “así que” se propone aclarar de una vez por todas que los creyentes judíos y gentiles jamás deben poner su origen racial como una barrera para la comunión con sus hermanos de fe, pues ahora son conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.
Todos lo que creen comparten los mismos privilegios y tienen el mismo destino celestial al igual que los patriarcas y profetas del AT, como hombres de Dios, pues, son edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. La piedra principal se ponía de forma que diera apoyo y firmeza a los muros. Eso es Cristo para el judío y para el gentil redimidos.
En la cátedra apostólica dirigida a los efesios se aclara que todos los creyentes junto con los profetas y los apóstoles forman un gran edificio espiritual. La figura del edificio expresa la poderosa unidad de todos los que pertenecen al Señor Jesucristo. Ahora judíos y gentiles son edificados para morada de Dios en el Espíritu. Sin distinción racial, los creyentes conforman el gran templo donde habita el Espíritu de Dios.