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Ministerio de Pablo a los gentiles, Efesios 3:1-13
3:3-6 “que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio,”


El apóstol Pablo con la seguridad que acostumbraba para referirse a la iglesia, les dice a los efesios que el misterio que posee ha venido por la revelación de Jesucristo su Señor y Salvador, entendiendo que un misterio es algo que antes estaba oculto y que Dios ha revelado. Años atrás el apóstol escribió a los Gálatas (Gá 1:11,12) que el evangelio que predicaba no fue recibido ni aprendido de algún hombre, “sino por la revelación de Jesucristo” Y que ha sido tal revelación la que lo ha llevado a seguir compartiendo el bendito evangelio, por cuanto agradó a Dios apartarlo desde el vientre de su madre para revelar a su Hijo en él. Sin duda, el conocimiento adquirido a través de la revelación le permitía al apóstol Pablo poder interpretar y hallar a la luz de la Escritura del Antiguo Testamento, que las diferencias entre los judíos y los gentiles, en cuanto a la redención han sido borradas.

Dentro de este capítulo se encuentra la palabra misterio en tres ocasiones, tomando en cuenta que era la forma en que el apóstol Pablo captaba la atención o bien anunciaba la verdad del evangelio de Jesucristo a las iglesias. En Efesios 1:9,10 habla sobre el misterio de la voluntad de Dios, y en distintas cartas usa la palabra misterio para acompañar la verdad que quería transmitir al pueblo de Dios. Por mencionar ejemplos:

• en Romanos 11:25-36 cita el misterio de la restauración de Israel.
• en 1 Corintios 2:7 habla sobre el misterio de la sabiduría de Dios.
• en 1 Corintios 4:1 menciona el misterio de Dios.
• en 1 Corintios 15:51-57 se refiere al misterio del arrebatamiento.
• en Efesios 3:4 y 5:32 cita el misterio del cuerpo de Cristo. Igual en Colosenses 1:24-26, 2:2 y 4:3,
• el misterio del evangelio en Efesios 6:19,
• el misterio de la fe en 1 Timoteo 3:9
• el misterio de la piedad en 1 Timoteo 3:16.

El apóstol Pablo menciona que el misterio de Cristo no había sido anunciado en generaciones pasadas a los hijos de los hombres y que ahora el Espíritu Santo ha revelado a sus santos apóstoles y profetas la verdad sobre los gentiles, quienes han sido llamados “coherederos y miembros del cuerpo de Cristo, así como copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio”. Si bien es cierto para los judaizantes esto era una abominación, pero para el apóstol era una verdad que Dios le había revelado y que tenía que seguir transmitiendo y enseñando.

Desglosando estas tres declaraciones que el apóstol Pablo hace referente a los gentiles:

en primer lugar cita que ellos son coherederos (del griego συγκληρονόμος – sunkleronómos, que significa participante en común de la herencia), es decir que aun cuando Israel había sido tomado por Dios como pueblo escogido para disfrutar de sus promesas (Romanos 9 y 10), por su duro corazón al no seguir y aceptar la justicia de Dios que estaba en la persona de Jesucristo, la misma justicia los condenó.

En segundo lugar, el apóstol menciona a los gentiles como miembros del mismo cuerpo de Cristo del griego Σύσσωμος – sússomos (que significa compañero de la comunidad cristiana), es decir que el sacrificio perfecto del Mesías alcanzaba salvación para el pueblo gentil y que una vez creyendo en su nombre los hacía acreedores de la gran bendición de ser sus discípulos; “ un misterio que había estado oculto desde los siglos y edades” como lo cita en Colosenses 1:26-27.

Y por último los llama copartícipes de la promesa en Cristo, la palabra copartícipe derivada de una palabra compuesta, del griego συμμέτοχος – summétojos (que significa una unión muy estrecha), es decir que al ser copartícipes de la promesa en Cristo Jesús se hacían inmediatamente galardonadores de una relación muy estrecha, que por sí sola traía consigo bendiciones espirituales de parte de Dios por haber creído en el evangelio. Y que al involucrarse en vivir el santo evangelio, las promesas de Dios se manifestarían en ellos como iglesia amada.

Texto controversial

El comentario bíblico siglo XXI cita lo siguiente: El calificativo de “santos” dado a los apóstoles y profetas ha causado problemas. Algunos lo consideran una posterior restricción del catolicismo temprano a la expresión “los santos” que Pablo utiliza normalmente para referirse a todos los creyentes en Cristo. (La palabra gr. hagios puede ser un adjetivo que significa “santo, separado por Dios para algún uso en particular”, o un sustantivo que signifique “santo”, “apartado”).

Como se sabe, el catolicismo ha adjudicado los términos “santo y santa” a los hombres y mujeres, que se destacaron en alguna forma dentro de la iglesia o se les atribuyó algún milagro. Originalmente, se aplicó a los apóstoles y luego a los sucesores del apóstol Pedro. En sus concilios fueron precisando algunos requisitos para adjudicar ese honor, básicamente que “hubieran realizado algún milagro”, a petición de un creyente. El último “santo” más famoso fue el papa Juan Pablo II, a quien se le adjudicaron dos milagros y se le canonizó para llamarlo ahora “San Juan Pablo II” y poder rezarle pidiéndole algún favor.

La palabra “santos”, se usa en las epístolas con toda normalidad aplicada a los creyentes de las iglesias. Y en ese sentido se usa al decir “sus santos apóstoles y profetas”. (Pablo mismo se describe en el 3:8 como el menor de todos los santos). Más adelante en el 4:11, se mencionan como parte de los 5 ministerios. Es interesante notar que estos ministerios “desaparecieron” y luego “aparecieron” de nuevo. Por ejemplo, el ministerio de pastor, apareció de nuevo hasta la Reforma, con Lutero en Alemania, y el ministerio de evangelista hasta hace unos 250 años con las campañas de Wesley y asociados, en Inglaterra. Los apóstoles y profetas resurgieron fuertemente hasta finales del siglo pasado. Desde luego, el reconocimiento a las personas que así se nombran por ellos mismos, o por otros creyentes, es controversial.




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