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”A veces escogemos el silencio para no decir lo malo, sin embargo, una posición así, no coadyuva para la necesaria edificación. Pablo insta a los efesios a tomar parte activa y no pasiva. Exhorta a los creyentes no sólo a callar lo malo, sino a hablar palabra “que sea buena”.
“Ninguna palabra corrompida”. La influencia de la cultura es tanta, que muchos creyentes dicen malas palabras, que sin ser “maldiciones”, sí son vulgares, y de mal gusto. Esto incluye los chistes “no tan colorados”, pero que tienen connotación sexual o perversa, que hoy con tanta facilidad pronuncian hombres y mujeres de todas las edades y en todas las profesiones. No será así con los creyentes, de ninguna edad”.
