Además del culto a la diosa Diana, la población era muy dada a las prácticas de la magia negra. Así las cosas, muchos miembros de la iglesia ya constituida durante la estancia de Pablo en Éfeso, y muchos miembros nuevos y simpatizantes que se acercaban a Cristo, podían caer, por falta de enseñanza, en manifestaciones espirituales extrañas que no se ceñían al Espíritu de Cristo. El vínculo de la paz era condición indispensable de toda manifestación espiritual en el culto cotidiano de la iglesia. El Espíritu Santo es apacible, benigno y lleno de buenos frutos. “Amados no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas son salidos en el mundo”. (1 de Jn 4:1) Además la sabiduría que procede de Dios es pacífica. “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía”. (Santiago 3:17).