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El libro de Éxodo explica detalladamente la obra del tabernáculo, pues las medidas y los materiales fueron dictados por Dios mismo. Él capacitó a las personas que elaborarían las cortinas, los corchetes, las cortinas que llevaban cincuenta lazadas, además de las medidas de la tienda, usando tablas de madera de acacia, forrada con las pieles de carnero teñidas de rojo y las pieles de tejones. También la confección de un velo azul, purpura, carmesí, con lino torcido, obra delicadamente adornada (Ex 26:1-30).
“en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición”. El pueblo aportó los materiales, y después de concluido el trabajo pusieron los muebles que se utilizarían, conforme al diseño ordenado por Dios a Moisés. Todo descrito en Éxodo Caps. 25-31 incluyendo los utensilios del lugar Santo y del Lugar Santísimo, el oficio del sumo sacerdote y de los sacerdotes, incluso los nombres de los artesanos especiales.
El candelabro serviría para alumbrar permanentemente (Ex 25:31-40) y la mesa de los panes de la proposición para mover a Dios a misericordia y alimentar a los sacerdotes, al retirarse cada semana. (Ex 25:23-30) Dos acciones que se dieron por mandato perpetuo, jamás deberían de faltar en el tabernáculo (Lv 24:1-9).
Los creyentes de la iglesia primitiva, ya no tenían el templo de Jerusalén donde adorar, (fue destruido en el Año 70 d.C. un poco después de que esta Epístola se escribiera) la liturgia había cambiado, pero ahora eso no importaba porque ahora las lumbreras eran los creyentes, (“vosotros sois la luz del mundo” Mt 5:14) que se acercan como ofrenda de olor grato ante la presencia de Dios.
Así que, son más importantes las acciones que se realizan en la gracia, que las que se realizaban en el antiguo pacto, porque el que recibe la ofrenda es un Sumo Sacerdote, santo, puro y sin mancha, que conoce el corazón de los adoradores.