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Esta segunda parte de la Epístola contiene exhortaciones generales. Como un pastor, Pedro ruega a sus lectores abstenerse de los deseos carnales, que se convierten en luchas internas y, por lo contrario, los insta a mantener una conducta piadosa.
extranjeros y peregrinos. Pedro recuerda que la ciudadanía de los cristianos está en el cielo. Aunque pueden ver sus obligaciones en el mundo desde tres puntos de vista: a) como peregrinos (11,12) b) como ciudadanos (13-17) c) como siervos (18-20). Qué sigan el ejemplo de Cristo que vivió una vida perfecta en medio de un mundo hostil (21-25)
manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles. Incluye todo lo armonioso, hermoso, digno de alabar; Pedro los desafía a vivir de tal manera que la gente tenga buen concepto de los cristianos observando sus vidas honestas, limpias, disciplinadas, con hábitos productivos que ayuden a la sociedad.
para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios. Los discípulos del período en que Pedro escribió, y por muchos años después, fueron sujetos a las calumnias más amarga y la clase más severa de persecución, por contrariar los decretos del César y de oponerse a los dioses y diosas del día. “Fueron acusados de rebelión contra el gobierno, de terrorismo (el incendio de Roma); de ateísmo, por su aversión a los ídolos y el culto al emperador; de canibalismo (por rumores creados alrededor de la cena del Señor); de inmoralidad (por el amor evidente entre los hermanos); por perjudicar el comercio y el progreso de la sociedad, así como movilizar a los esclavos a una insurrección masiva (Hch 16:18-21; 19:19,24-27)”. (B. Macarthur Pg.1796)