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Pedro da recomendaciones a los ancianos, comenzando con el glorioso llamado al ministerio que habían recibido cada uno de ellos de parte del Señor Jesucristo. La palabra “apacentad”, se refiere al hecho de cuidar a las ovejas, como un pastor de campo lo hace. Una imagen que todos los oyentes identificarían muy bien pues ellos mismos eran o habían sido pastores de rebaños, en las campiñas de Israel o en los países cercanos.
La actitud que deberían mostrar debía ir encaminada a hacer el trabajo de forma voluntaria y de buena gana, sabiendo que su labor consistía en cuidar la iglesia del Señor. De ninguna manera deberían pensar en las ganancias que podrían sacar para provecho propio, sino siguiendo el ejemplo y obedientes siempre “ al príncipe de los pastores”, como lo dice más adelante.
La posición de pastor o algún otro ministerio importante de liderazgo dentro de la congregación, ponen en un lugar de prominencia a la persona, lo cual puede llegar a ser peligroso si no se tiene el corazón correcto para esa importante responsabilidad. Pedro instruye a los ancianos de la iglesia a meditar en tan alto honor y desempeñar su función de forma correcta.
Pedro establece un principio ético de alto valor, las ovejas son del Señor, los cuidadores del rebaño son siervos de Dios, con lo cual les está indicando que en algún momento tendrán que rendir cuentas y es por ello por lo que no deben realizar su labor de manera que obtengan ganancias de una manera no bíblica. Se debe evitar lo que se observa en la iglesia popular, cuando se imponen cuotas por los servicios litúrgicos y la celebración de ciertas ceremonias.
El apóstol Pedro eleva el estándar del ministro mucho más que el de la congregación en general, pues le pide que sea ejemplo del rebaño a su cuidado. Sin embargo, este versículo inicia con un llamado a la cordura, en cuanto a su posición de liderazgo. Debe decirse que muchos de los que buscan el liderazgo no es por motivos económicos, pero sí de reconocimiento.
Anhelar el reconocimiento de la gente no necesariamente significa que obtenga una recompensa económica, pero le dará cierto prestigio delante de las personas. A la larga, eso se convertirá en que tome señorío sobre los demás y con ello poco a poco se convierta en “un pequeño tirano o dictador”, dejando de lado la vocación de su supremo llamamiento.
Todo ministro ha sido llamado para ser ejemplo de los demás, es una responsabilidad intrínseca dentro del cristianismo, nadie debe estar exento de ello. Un dicho popular dice: “Tus hechos hablan tan fuerte, que no escucho tus palabras”. Así que el ejemplo es lo más trascendente en la vida cristiana, las personas, en muchos casos dentro de la iglesia, harán lo que vean que hace el líder.