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1 PEDRO CAPÍTULO 3
Deberes conyugales, 1 P 3:1-7

3:1,2 “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.”


El apóstol Pedro después de dar algunas instrucciones a la iglesia en forma general para llevar una vida agradable como siervos de Dios, ahora se toma el tiempo para enseñar sobre la conducta que se debe vivir dentro del matrimonio cristiano. El apóstol Pedro concuerda con las palabras del apóstol Pablo cuando enseña a las iglesias de Éfeso (Ef 5:22) y de Colosas (Col 3:18) sobre la importancia de constituir un matrimonio con el temor a Dios. Pablo compara la conducta de la mujer con el ejemplo que tiene la iglesia al sujetarse a Cristo, Pedro hace referencia al testimonio que pueden generar las mujeres con sus esposos, para moverlos hacia la salvación.

“Asimismo vosotras, mujeres”. Esta mención ya se ubica en el capítulo tres, pero en realidad es una continuación de lo dicho en el capítulo dos, sobre la actitud que se espera de los siervos, sujetos a sus amos y de las esposas, sujetas a sus maridos (1 P 2:13, 18). En el caso de las mujeres creyentes con esposos no creyentes, el apóstol Pedro les enseña que la clave “para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas”. No serán las palabras que puedan predicarles y que ellos puedan escuchar, las que los harán creer; sino más bien la conducta de una vida cristiana que muestra el fruto del Espíritu (Gá 5:22,23), con un espíritu afable y de servicio.

“considerando vuestra conducta casta y respetuosa”. El comentario bíblico Diario vivir cita lo siguiente: Cuando un hombre se convertía, por lo general traía a toda su familia a la iglesia (véase, por ejemplo, la historia del carcelero de Filipos (Hechos 16:29-33). Por contraste, una mujer que llegaba a ser cristiana, por lo regular iba sola a la iglesia. Bajo la ley romana, el esposo y padre tenía autoridad absoluta sobre todos sus familiares, incluso su esposa. Si el marido no estaba de acuerdo con las nuevas creencias de su esposa, ella podía poner en peligro su matrimonio, al exigir sus derechos como una mujer libre en Cristo. Pedro tranquilizó a las mujeres cristianas casadas con incrédulos indicándoles que al ser esposas ejemplares como la iglesia es con Cristo, lograrían agradar a sus esposos. Por lo menos, los hombres dejarían que sus esposas continuaran practicando su religión "extraña". En muchos casos, sus esposos se unirían a ellas y llegarían a ser cristianos también.1

Texto controversial

“estad sujetas a vuestros maridos” es una exhortación que el apóstol Pedro envía a todas aquellas mujeres creyentes que han sido transformadas por Jesucristo.

La sumisión no es adoptar una actitud de miedo o de estar pasivas, sino más bien una actitud de amor y servicio, conscientes que Cristo hará la obra completa a su debido tiempo. Aunque al principio pareciera que se está perdiendo, en realidad se está ganando porque se encuentra sembrando en obediencia para Dios que hace posibles todas las cosas y permitirá ver la cosecha de tal actitud. La sumisión en Cristo nunca será una carga, sino un descanso en su perfecta voluntad.

Pedro al igual que el apóstol Pablo (1 Co 7:13-16) en ningún momento recomiendan a la mujer creyente dejar a su marido inconverso, sino que es a través de su testimonio de vida como hacedoras de la palabra, lo que hará caer los obstáculos y barreras que permitan ganar al esposo para el Señor.

1 Barton, B. (1997). Comentario de la Biblia del Diario Vivir. (J. R. Mayo, Ed.) USA: Caribe.



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