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El apóstol Pablo exhorta a los santos que estaban en Filipos a mantener una conducta digna de un ciudadano del reino de los cielos. Si bien cabe aclarar que la ciudad de Filipos era una provincia romana que disfrutaba de muchas atenciones por parte del imperio, que al contar con la ciudadanía romana inmediatamente podrían disfrutar de muchas ayudas por parte del emperador. Es allí, donde el apóstol hace un llamado a no olvidarse que ahora forman parte de otro reino, el cual no es terrenal sino celestial, y que mientras vivan en este mundo su comportamiento debe glorificar el nombre de Cristo.
Les hace saber que él mismo no está ajeno a todo lo que pasa en sus vidas y que es de aplaudirse; y ya sea que vaya a verles o se encuentre ausente, los insta a defender el evangelio, firmemente en un mismo espíritu ante todo aquel que demande razón sobre lo que creen o quiera levantarse contra el fundamento de Cristo. Además, les motiva a no intimidarse ante aquellos que se oponen al santo evangelio, ya que ellos mismos han acarreado condenación al no creer en Jesucristo como Salvador (Jn 3:16-21).
29Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, 30teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí.”
El apóstol Pablo los desafía a seguir siendo fieles, a pesar de las luchas y pruebas que puedan venir a sus vidas, y que, aunque esas luchas los hagan padecer mucho, esto también es parte de lo que el Señor permite para que su nombre sea glorificado. Su gracia es suficiente, tal y como el Apóstol experimentó estando encarcelado en Filipos (Hch 16:19-40) y ahora en Roma.
Recordemos que Cristo dijo a los discípulos en Mateo 10:39 “el que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Y en Marcos 8:35 “porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará”. Podemos decir que nuestra vida estando en Cristo siempre está segura, y que, aunque se levante destrucción a nuestro alrededor y podamos perder la vida, tenemos garantía de que nuestro Señor y Salvador Jesucristo está presente para llevarnos con El.