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“nuestra ciudadanía”. Se observa el notable contraste respecto a la recompensa para los fieles y el lugar al que son destinados los enemigos de la cruz.
Ahora Pablo menciona el sentido de pertenencia con la familia celestial (Ef 2:19), animando a los creyentes a mantenerse en las promesas, que su morada aquí en la tierra es temporal (Juan 14:2,3), aun con todos sus sufrimientos (Ro 8:18). El mismo no aceptó las cosas temporales de este mundo, recalcando “no os conforméis a este siglo” (Ro 12:2).
es grande la lista de los “héroes de la fe”, de los que creyeron que había un lugar celestial mucho mejor: Abel, Enoc, Noe, Abraham. Isaac, Jacob, Moisés y otros, mencionados en Hebreos capítulo 11. De tal manera que el creyente no debe sentir que pertenece a esta tierra, como todos aquellos fieles que fueron antes, seguros que nuestra ciudadanía está en los cielos.
“los cielos, de donde también esperamos al Salvador” Si nuestra morada está en los cielos, conviene con paciencia aguardar la venida de nuestro Salvador (1Ts 1:10). En la ascensión de Cristo, los ángeles dijeron a los discípulos que “ese mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).