LBC Menú
Capítulos:
Termina así el apóstol Pablo esta parte de su discurso inspirado por el Espíritu Santo, con un bello epílogo ofreciendo una reflexión central: que todo lo que Dios ha hecho realmente no tiene explicación, que es incomprensible para la mente y el razonamiento humano; que tal y como dice Isaías, sus caminos y sus pensamientos son muchos más altos que los de todo ser humano (Is 55:9). La mente de Dios no puede jamás comprenderse, ni jamás el Señor tuvo quien le aconseje, esto en alusión una vez más al profeta Isaías cuando dice: ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? (Is 40:13-14). Y luego también dice, “y su entendimiento no hay quien lo alcance” (Is 40: 28). Pablo dice que Dios es y ha sido soberano en sus juicios, omnímodo en sus designios y tratos, porque Él y sólo Él está en la cima de todo liderazgo: nadie le puede recompensar. Todo lo que Él hizo, lo hizo como Él quiso y lo hizo para Él. Por esta razón el barro no tiene derecho a cuestionar al alfarero (Is 29:16; Ro 9:21), sino únicamente seguir sus leyes, obedecerle y darle gloria por siempre.