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En estos versículos se muestra las ventajas de la profecía sobre las lenguas extáticas, tal como se usaba en Corinto, cuando la iglesia está reunida:
• El que profetiza habla a los hombres, los cuales son edificados (construidos), exhortados (estimulados) y consolados (fortalecidos);
• El que profetiza también edifica a la iglesia en conjunto.
En cambio, cuando se habla en la congregación en lenguas:
1) el que habla en lengua desconocida habla a Dios, pues ninguno de los presentes le entiende, solo Dios conoce la verdad e importancia de lo que dice;
2) el que habla en lengua desconocida se edifica a sí mismo.
Aunque el Apóstol no parece quitar importancia a las lenguas como un don genuino, sí expone que es un don delineado para la edificación del individuo. Por ello, en cierto sentido, no deja de ser una función egocéntrica, aunque no egoísta. Pareciera extraño, pero existe el “egoísmo espiritual” ya que, si el ejercicio espiritual se queda solo en el objetivo del bien espiritual de la persona, raya en el egocentrismo. Pablo procura evitar tal situación.
