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“Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Craig L. Blomberg, en su texto titulado 1 Corintios de Ed. Vida Pag. 176, considera que esta pregunta la contesta el Apóstol en el resto del capítulo (vv.35-58). Divide su respuesta en tres partes. Los versículos 36-44-a ofrecen analogías del mundo creado; los versículos 44b-49 precisan que se necesitará un cuerpo celestial, después del terrenal; y los versículos 50 al 57 explican por qué es necesaria esa transformación. Un buen bosquejo.
En este comentario, se seguirá un análisis distinto. Es posible que el apóstol se refiera de una manera disfrazada a algún falso maestro de fuerte influencia opositora a la sana doctrina. Le llama “Necio,” (insensato). Necio es aquél que se cree muy sabio oponiéndose a lo que Dios dice, o alguien que no entiende un asunto y por esa ignorancia porfía neciamente. Pablo da la respuesta que conlleva además de la verdad, una enseñanza: “lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano;” lo que sigue es una verdad que nadie puede explicar, ninguna ciencia, ninguna supuesta ciencia o filosofía. Pablo describe lo que Dios hace por la operación milagrosa de su poder: “… Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo.”