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Las palabras que se repiten incesantemente en este breve pasaje son sabiduría (gr. Sofía) y sabio (gr. sofós). De las 17 veces que aparece sabiduría en toda 1 Corintios, sólo en la sección 1:17-30 aparece ocho veces y sabio aparece 11 veces en toda la carta; pero en 1:19-27 se menciona en cinco ocasiones. Es necesario entender que en el contexto griego, con su cultura tan influyente, estos dos vocablos eran tan mencionados en cualquier parte de una ciudad como Corinto y en prácticamente cualquier conversación que era imposible dejarlas pasar por alto. Pablo hace un interesante contraste entre esa anhelada sabiduría y la “locura” del evangelio.
Efectivamente, el evangelio de Jesucristo es tan diferente a toda la línea de pensamiento que pareciera ser sólo una tontería indigna de dialogarse. Así que de una vez por todas el apóstol le aclara a la iglesia que este mensaje evangélico no es una filosofía más, es el mensaje de la cruz, algo inaceptable para el griego filosófico, una verdadera “locura” (del gr. moría), que significa “una opinión salvajemente equivocada”. No debemos tratar de ganar al mundo inconverso haciendo aceptable el evangelio a sus preceptos, sino que el evangelio es poder en sí mismo, y poder de Dios.
Dios dice desecharé (gr. atheteso), hablando de la argumentación del mundo. La palabra atheteso significa “quitar la fuerza legal a algo, hacer ineficaz”; toda filosofía humana es ineficaz, tanto para ayudar al hombre en su salvación, como lograr moverlo un ápice hacia el Dios viviente.
Esa locura del evangelio trastorna al sabio, al escriba, al disputador (polemista); esa locura es sabiduría de Dios, su manera de contender es tan superior que los que hoy son “sabios” no alcanzan a comprender el evangelio, y al no poder asimilarlo simplemente expresan “es de salvajes ignorantes”.
El texto muestra un triada interesante, la triada la causa la cruz. Los griegos miraban a su dioses salvadores en el Olimpo con la gloria de su categoría, los judíos se apoyaban en su Ley y grande identidad santa, pero la iglesia mostraba a su fundador colgado de una cruz, y es así que: 1. La cruz es tropezadero (gr. escándalon) para el judío; 2. La cruz es locura al griego, algo de salvajes enajenados; 3. La cruz para los cristianos es poder de Dios y sabiduría de Dios.
Lo insensato (gr. morós, se puede traducir como “estupidez”) de Dios, es más sabio (aquí la palabra sofós tiene un sufijo y amplía la palabra a “todo el conocimiento acumulado”) de los hombres. Es decir que “lo tonto” que puede parecer algo de Dios, es muchísimo más sabio que todo el conocimiento humano acumulado en su existencia terrenal. Una muestra creativa de nuestro Señor va mucho más allá que todas las bibliotecas, ciencia y sabios humanos. Pablo continúa y sigue con otra yuxtaposición: lo débil de Dios es más fuerte que todos los hombres juntos. Aunque existiesen mil cosas que no entendamos del Altísimo y la ciencia humana trate al creyente como un salvaje tonto, todo ello no se compara con la sabiduría de Aquel que nos da el poder para vivir.
A través de las edades los creyentes han sido objeto de burla. Por creer en la Biblia, en las historias de la creación, del Diluvio, del pez de Jonás, pero la ciencia verdadera nunca ha negado en realidad algo que la Palabra enseñe, de hecho siempre ha sido al contrario. Decenas de científicos han sucumbido frente al Texto Sagrado; la evolución, que décadas atrás campeaba aún en las universidades cristianas hoy día carece de algún verdadero valor pues no ha ayudado al hombre. Es la Cruz, el mensaje del crucificado lo que puede cambiar al ser humano, pues los hombres de ciencia a menudo han mentido y trocado sus resultados (como Dubois y su pithecántropus, o la Recapitulación Embrionaria de Haeckel, probados fraudes) que en su momento quizá ridiculizaron al Cristo crucificado, pero hoy, el mensaje de la cruz sigue vigente.