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El que planta y el que riega tienen ambos un mismo propósito, no están compitiendo, y cada uno será recompensado sobre la base de su propio trabajo. La obra de Dios involucra a muchos individuos con una variedad de dones y habilidades. No hay superestrellas en esta tarea, sólo miembros de equipo que desempeñan funciones específicas. Nos convertimos en miembros útiles del equipo de Dios al poner a un lado el deseo de recibir gloria por lo que hacemos. La alabanza que viene de la gente es comparativamente sin valor, la aprobación de Dios es la que cuenta. La mejor recompensa será cuando el Salvador nos diga: “Bien buen siervo y fiel… entra en el gozo de tu Señor”. (Mateo 25:21)
Colaboradores de Dios, Co-laboradores, El prefijo Co, implica en este caso el mismo nivel, la misma autoridad. ¡Qué maravilloso que Dios coloca a sus Obreros en su mismo nivel! Y al mismo tiempo, les deja ser siervos trabajando juntos en un mismo equipo. De la misma manera en que los magníficos edificios de Corinto, tenía inscritos en ellos el nombre de su benefactor, como narra la historia secular, los corintios eran edificio de Dios.