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La mutua sumisión, Efesios 5:21-33
5:22-24 “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”.


El estar bajo autoridad o sumisión se ubica en el área más importante del hogar, como es la relación entre esposo y esposa. Al parecer la iglesia de Éfeso estaba pasando por una falta de obediencia o respeto mutuo en los hogares y esto estaba presentando un mal testimonio ante los creyentes piadosos y ante familias y gente de fuera, un pueblo pagano con muchas deidades, principalmente la diosa Afrodita del amor y la sensualidad, al igual que el Eros griego, equivalente al Cupido entre los romanos, dios de la fertilidad y el deseo amoroso.

Desde luego que los consejos paulinos trascienden a las edades.

Un primer argumento: “las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor”. Si la esposa es cristiana y reconoce el señorío de Cristo, habiéndose sujetado a Él, con facilidad puede sujetarse a su marido.

Un segundo argumento: “porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia”. El marido debe reconocerse como la autoridad en el hogar. En un hogar debe haber una cabeza. En la iglesia hay una cabeza, que se ha aceptado por los creyentes serios, sin ninguna objeción, Cristo el Señor.

Conclusión: Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”.


Para Meditar

ciertamente los tiempos han cambiado y las normas fijadas en la jurisprudencia de los países pueden quitarle fuerza a ese orden establecido por Dios, sin embargo, lo dicho en el segundo argumento es valedero para todo grupo social o empresa: siempre debe haber un número uno, un jefe, un director, un presidente, una cabeza. Y la familia, que se compone idealmente de dos padres, más los hijos, necesita una cabeza; Dios ordenó que fuera el hombre. La gran mayoría de los divorcios son reflejo de esa alteración. Los movimientos feministas han llenado el mundo de hogares destruidos.


Hablar de la sujeción al marido, no quiere decir que la esposa deba soportar golpes o mutilaciones que su pareja le pudiera llegar a hacer. Sino que la sujeción debe ser “motivada” por el esposo que le da todo su lugar a la mujer, reconociendo y valorando las importantes cualidades que posee la pareja que escogió. Cuando esto ocurre, nace el respeto y la sujeción. Si la esposa cristiana cumple con esta orden de parte de Dios puede llegar a causar gran impacto en el resto de la familia y amigos que no se han convertido al Señor. El Apóstol Pedro lo dijo en esta cláusula: “Estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.” (1 P 3:1,2).

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