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Lo que pretendía con estas líneas era llevarlos de nuevo al nivel espiritual que tenían cuando el estaba con ellos. Les dice jactándose: “Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra autoridad. En la ideología judía el maestro venía a ser como un padre que enseñaba, que mostraba el camino y por lo tanto merecía el respeto y el primer lugar. Pablo había sido el primero en llegar a esa región llevando el evangelio de Jesucristo. Por ello, sabiamente les dice: “pero esta autoridad la ocupo para edificación”. Sólo cuando el Espíritu Santo dirige la vida del líder, se puede responder con amor a las ofensas escuchadas.
Pablo se conocía, había sido un rabino, siempre había tenido el respeto de los judíos, podía actuar con severidad, pero en Cristo había aprendido a ser humilde y aunque las ofensas sobre su físico y su mensaje fueron duras, como buen cristiano las pasaba por alto.
El pastor debe de ser una persona llena de la gracia y el poder de Dios, para que como en este caso, cuando aparezcan personas queriendo ser líderes sobre grupos de creyentes que enarbolan ciertas ideas o proyectos y aun amenacen con dividir la iglesia, hostigando a su persona o familia; el pastor se levante con la suficiente entereza y ejerciendo la autoridad que el Señor le ha otorgado, enfrente con valor al disidente y seguidores. Aunque le digan como a Pablo, “su presencia corporal es débil, y la palabra menospreciable”, el Señor dará la victoria en el presente tiempo a sus pastores.
