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Pablo habla a los hermanos en Corinto y dice que “nosotros”, es decir, tanto ellos, Pablo y Timoteo, como todos los hermanos de las iglesias padecerían sufrimientos. Es notable ver la conexión e intimidad que el apóstol tenía con las iglesias. Lo que él sufría, lo sufrían todos. Cuando era consolado, eran consolados todos.
¿Cuáles son “Las aflicciones de Cristo”? son los sufrimientos soportados por predicar el evangelio de Jesucristo, tales como las persecuciones, pruebas y privaciones de toda clase (2 Co 11:23-28). Pablo no miraba sus sufrimientos como algo malo, más bien, como un ejercicio en que aprendía mucho. La enseñanza principal de ellos es que Dios, en todo momento, consuela y ayuda a pasar las dificultades. De no haber sido por la tribulación, no hubiese experimentado la consolación de Dios. Por ello, Pablo dice: “si somos atribulados es para vuestra consolación, si somos consolados es para vuestra consolación y salvación”.
El creyente no debe quejarse cuando viene la tribulación, sino que debe haber una disposición para obtener un aprendizaje de lo que Dios desea enseñarnos a través de ella (Ro 8:26). Todos los hijos de Dios experimentamos sufrimientos, pero siempre será mayor el consuelo que Dios nos da. Alguien lo decía así: “Los sufrimientos (plural) son muchos, pero la consolación (en singular) los traga a todos.