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Este juego de palabras nos muestra que el apóstol Pablo les recalca a los corintios que solamente debían enfocarse en seguir la verdad, a comportarse como dignos creyentes. Es decir que no podían volver a la antigua y vana manera de vivir, sino que deberían reconocer que una vida santa honra el nombre de Dios.
También el apóstol deja en claro que el gozo que iba a inundar su vida es que ellos siguieran creciendo en el camino del Señor, que si el hacerse débiles para que ellos sean fuertes, era necesario y eso le traería una gran satisfacción. Es decir, el apóstol se hace pequeño delante de Dios con humildad y sencillez con el fin de que los corintios crezcan en sabiduría y fidelidad delante de Dios, y al hacer esto la perfección llegaría a sus vidas.
Cuando anunciamos las buenas nuevas de salvación, la meta no debiera ser solamente que los alcanzados se conviertan o que empiecen a asistir a la iglesia, sino que ellos adquieran madurez espiritual. Que ahora en Cristo su vida alcance los propósitos que Dios tiene para ellos. Tal y como lo enseña Efesios 4:13: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.