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…El amor de Cristo nos constriñe…La palabra constreñir puede significar “comprimido” y entonces significaría que todas las energías son comprimidas en un solo canal y son echadas a andar por el amor de Cristo.
La Biblia RVC (Reina Valera Contemporánea 2011) lo dice de esta forma: “el amor de Cristo nos lleva a actuar así, al pensar que si uno murió por todos, entonces todos murieron.
Es este amor lo que lo mantenía ocupado, aun cuando le rechazaran, lo tildaran de loco o que no aceptaran su predicación. Pablo seguiría predicando sobre el gran sacrificio de Jesús. Cristo murió por todos, sustituyendo a la humanidad en su condena, un mensaje central en la teología paulina, modelo de imitación permanente.
Usa luego una figura de lenguaje que la Hermenéutica llama sinécdoque, la cual consiste en “poner la parte por el todo o el todo por la parte”, al decir: si uno murió por todos, entonces todos murieron; murieron todos los que creen en Él desde luego. El ideal divino es que todos creyeran.
15y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.”
“Para los que viven”, para aquel que murió… los que por haber creído tienen vida eterna (Juan 5:24) los que ya no vendrán a condenación, sino que han pasado de muerte a vida. Así como la muerte de Cristo es nuestra muerte, así su resurrección es nuestra resurrección. Al entenderlo el creyente, se esfuerza cada día en no vivir para sí mismo, sino siempre para Él. Matando al viejo hombre cada día, como dijo Martin Lutero: “Cuando fui bautizado pensé que el viejo hombre había muerto, pero al salir de las aguas, me di cuenta que el infeliz sabía nadar; por eso diariamente lo tengo que matar”.
Hebreos 12: 1 lanza un desafío: “teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos (los héroes de la fe de Hebreos 11) despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”.