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Este versículo contiene la esperanza de que nos presentaremos dignos delante del Señor, por lo que el temor de muchos cristianos debe desaparecer. El temor surge cuando se piensa en un tribunal, llamado por Pablo el tribunal de Cristo (“emprosthen tou bëmatos tou Christou”) en la expresión griega aparece el término “bëma”, pronunciado bima y bimá refiriéndose a una grada alta, a una plataforma, el estrado de un juez (Mt. 27:19). El autor se vale de términos jurídicos griegos “hina komisëtai hekastos”, es decir: “para que cada uno reciba lo que se le debe”.
El bima o bimá, era un sitio de premiación, o tribunal, en donde se otorgaban las coronas de laurel, o de material semejante, que se otorgaban a los ganadores en los “juegos olímpicos” (llamados así por el Monte Olímpo de Grecia) o también en otras competencias, como los “juegos ístmicos”. Al estilo de las premiaciones modernas había 1º, 2º y 3er lugar (1 Co 9:24-27). Pablo ilustra la revelación que Cristo le dio sobre la comparecencia de los creyentes, en un tribunal, ante el Señor Jesús.
Debe notarse que el “Tribunal de Cristo” es un sitio exclusivo para los que “durmieron en Cristo”. Los impíos “serán juzgados cada uno según sus obras” en el llamado “Juicio ante el gran trono blanco” al final del tiempo. (Apocalipsis 20:11-15). La Biblia de Estudio Pentecostal presenta una muy completa descripción de “El Juicio de los Creyentes ante el Tribunal de Cristo” (Pg. 1650). Tan sólo aquí se citan unos conceptos:
1. A todo creyente se le someterá a juicio; no habrá excepción alguna (Ro 14:12; 1 Co 3:12-15).
2. Cristo realizará este juicio cuando vuelva por su iglesia (Jn 5:22, Jn 14:3, 1 Ts 4:14-17).
3. Los resultados específicos del juicio del creyente serán diversos. Habrá confianza o vergüenza (1 Jn 2:28), aprobación divina (Mt 25:21) tareas y autoridad (Mt 25:14-30), posición (Mt 5:19;19:30) recompensas (1 Co 3:12-14; Fil 3:14; 2 Ti 4:8) y honor (Ro 2:10, 1 P 1:7).
4. En el juicio del creyente Dios no dicta una sentencia condenatoria.