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En estos versículos el Apóstol establece otro punto de comparación, a saber, “lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece”. Este punto es referente al tiempo, a la duración. Por una parte, la gloria de lo que pasa y perece; por otra, la gloria de lo que es permanente, por todas las edades y por la eternidad.
Este pasaje contiene para todos los períodos una concepción justa y profunda sobre el verdadero carácter de ambos aspectos. He aquí otra diferencia entre la ley y el evangelio. La primera perece, la segunda permanece, dado que no es para un determinado tiempo, lugar o pueblo, como lo era la ley, sino que es para todos los tiempos, lugares y naciones. Si la misión de Moisés fue gloriosa, mucho más lo es el ministerio de vida. Porque si la dispensación que conlleva sentencia de muerte se dio con gloria, mucho más gloriosa debe ser esta dispensación que ofrece justicia como don gratuito a los pecadores. Si lo que fue temporal posee algo de gloria, lo que persevera está ciertamente dotado de una extraordinaria gloria.