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En Levítico 19:19 y el pasaje paralelo de Deuteronomio 22:9,10, Moisés estableció principios para la agricultura y para la ganadería, que recomiendan: “… no sembrarás tu viña con semillas diversas y no ararás con buey y con asno juntamente”.
Pablo aplica la prohibición a los seres humanos, pidiendo que: “no os unáis en yugo desigual con los incrédulos”. Una orden directa, porque tal vez ya había matrimonios mixtos, pero que tiene aplicaciones que incluyen relaciones de otro tipo, como las muchas que él menciona en Efesios 5:1-17. Y que pueden sintetizarse en: “no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas” (5:11)
Para no dejar espacios vacantes a la imaginación de los corintios, usa el término “gar” (razón) para dar algunas palabras con respecto a relaciones que pudieran darse. La primera de esta oración es “metochë” asociarse, y les regala dos inclusiones “dikaiosunëi” justicia y “anomiai” iniquidad. Lo cual representaba en sus tiempos ser partícipes del sistema ideológico del mundo.
La figura de la participación deja ver que aun cuando la sociedad llame a algo justicia, no siempre significará que Dios la apruebe como tal. Para terminar con esta ilustrativa retórica, concluye con una alegoría: la relación que puede tener el creyente con la luz, al igual que con las tinieblas. Situación que debe ser superada totalmente, pues el creyente es luz. “Vosotros sois la luz del mundo”, dijo Jesús en Mateo 5:14 y Juan afirma “la luz en la tinieblas resplandece” Jn 1:5