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La versión RV Contemporánea traduce el versículo 7 así: “Y no solo con su llegada”
Esta porción está ligada a las ideas anteriores, por ello usa la oración “pero Dios que consuela a los humildes” en la cual el verbo ya ha sido citado por el apóstol Pablo para hablar del consuelo eterno del que participarán los fieles (2 Ts 2:16; 2 Co 1:3-7). Este consuelo significa “llamado al lado de uno” y en este verso está delimitado por el adjetivo calificativo “humildes” (creyentes humildes). La declaración es categórica: El origen de su seguridad es que Dios estimula (llama a su lado) a quienes están deprimidos o afligidos (Sal 112:6). Los humildes de corazón son llamados al lado de su sumo Salvador para recibir la consolación que necesitan.
El autor O. Schmitz se refiere en cuanto al consuelo humano y divino: “El consuelo se da mediante agentes humanos, pero sólo es verdadero consuelo en cuanto viene de Dios. Dios es el Dios de todo consuelo (2 Co 1:3-4) que hace que el compartir los sufrimientos sea un compartir el consuelo (1:5). Si bien el consuelo se deriva de la salvación presente, se halla a la luz de la liberación futura, (2 Ts 2:16; Ro 15:4). Al disfrutar del consuelo divino, los corintios deben perdonar y consolar al que ha agraviado a Pablo (2 Co 2:7). Tanto los acontecimientos como las palabras traen consuelo (2 Co 7:6). Pero el consuelo final (Mt 5:4) es el acto escatológico de Dios que alcanza al presente, de modo que aquellos que lloran son ya bienaventurados. El consuelo de la salvación presente se pone a la luz de la consumación venidera, cuando Dios va a quitar todo sufrimiento por su presencia gloriosa (Ap 21:3). Por esta razón es un consuelo eterno y una buena esperanza (2 Ts 2:16).2
Añade el autor en el v.7 que también se regocija por el buen trato dado a Tito y la preocupación por Pablo intercediendo en las veladas de oración, recaudando ofrendas para su sostenimiento actual y futuro tanto de Tito como del Apóstol.
Todo creyente debe ser ferviente en oración. Por ello el apóstol apela en la epístola a mantener el gozo en la esperanza futura del arrebatamiento, como si esto fuese a suceder mañana; a mantener la constancia en la oración, como si Cristo fuese a demorar; lo cual ocasiona un mayor fervor cuando se escuchan los testimonios de la congregación y la fe se fortalece para enfrentar cualquier circunstancia (Ro 12:9-16).
2Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich, Compendio del DICCIONARIO TEOLÓGICO DEL NUEVO TESTAMENTO, Ed. LIBROS DESAFÍO, Grand Rapids, Michigan 1985Pag. 758-761.