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Cambiando la connotación del gozo, el apóstol hace la remembranza a una epístola perdida, citada previamente en 2Co 2:3, Pablo no estaba arrepentido (griego: metamelomai) de haber escrito con tanta severidad la carta enviada, pues era de Dios. La incertidumbre radicaba en la reacción de los corintios ante ella. Cierto, la carta produjo en los hermanos tristeza, pero una tristeza “según Dios”. Esta clase de tristeza es provocada por el Espíritu de Dios en el corazón del hombre. Origina (opera) un “arrepentimiento” (cambio de espíritu), ya que esta conversión (cambio) es para salvación, que liberta al hombre del pecado y le da la seguridad de la vida eterna. Pablo presenta el contraste entre la tristeza producida por Dios y la que produce el mundo.
Todos los sentimientos y actos mencionados (solicitud, defensa, etc.) son el resultado de la primera carta del apóstol a los corintios que tenía por objetivo inicial reprender al pecador escandaloso hasta entonces tolerado en la iglesia (1 Co 5). Su respuesta les mostró diligentes, al excluirle; mostraron además indignación por el pecado, temor por el juicio de Dios, celo por la gloria de Dios. Es así como las iglesias despiertan y prueban que la vida de Dios está en ellas.
Los arqueólogos e investigadores dedicados a la búsqueda y clasificación de los códices y copias que conforman el Nuevo Testamento, aunado al trabajo de grandes eruditos especializados en Critica Textual desde F. F. Bruce, O´Callaghan, Archer, y Ladd, todos concuerdan que el apóstol Pablo escribió por lo menos 4 cartas magnas a la iglesia ubicada en Corinto, de las cuales se cuentan en la actualidad la 2ª. y la 4ª. y se desconoce el paradero de la 1ª y la 3ª.
2Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich, Compendio del DICCIONARIO TEOLÓGICO DEL NUEVO TESTAMENTO, Ed. LIBROS DESAFÍO, Grand Rapids, Michigan 1985Pag. 758-761.