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Luego el escritor de Hebreos se refiere a Cristo y denota que el pasaje de Salmos 40:6-8 (la Septuaginta lo transcribe literalmente) se refiere a Él: mas me preparaste cuerpo. Dice que Cristo estaba ajeno al mundo (entrando en el mundo), y que necesitaba un cuerpo humano, el cual Dios proveyó para Él. Habla por tanto de la encarnación, del cuerpo que sería necesario para el sacrificio de Dios en Cristo Jesús. Cristo así se presta para hacer la voluntad de Dios, sin embargo, sería necesario también quitar lo que Dios había establecido primero, es decir, el Antiguo Pacto: la ley consistente en holocaustos y expiaciones, sacrificios y ofrendas por el pecado. Y siendo que los requerimientos de Dios para traer santidad al hombre no fueron cumplidos con éste, Cristo mismo se presenta como el sacrificio perfecto.
Nótese también que el pasaje habla de un plan prestablecido, en el rollo del libro está escrito de mí, es decir, en todo el Antiguo Testamento se habla de Cristo; es por esto que el Señor, luego de resucitar de entre los muertos, habla a los discípulos en el camino a Emaús: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lc 24:27).