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Capítulos:
Este capítulo es continuación del anterior, sigue hablando acerca de Jesucristo como el mediador. En el capítulo anterior se mencionó al sacerdote y sus vestiduras, aquí las ordenanzas de culto.
HEBREOS CAPÍTULO 9, ES UN CAPÍTULO DE CONTRASTES
1. Dos tabernáculos:
a.-Uno terrenal, el camino a Dios estaba velado.
b.-El otro en el cielo mismo, ningún velo se encuentra allí.
a.-El terrenal, “hecho por manos”;
b.-El celestial, “no de esta creación”.
2. Dos sacerdocios:
a.-Sacerdocio levítico,
b.-Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote.
3. Las ofrendas:
a.-Los sacerdotes levitas: continuos sacrificios y el día de la expiación
cada año.
b.-Cristo: en la cruz, el sacrificio de Él mismo.
4. Los resultados:
a.- Los sacrificios de animales (toros y machos cabríos) no podían expiar
el pecado o limpiar la conciencia del pecador.
b.-Cristo se ofreció a sí mismo, mediante el Espíritu Eterno, (He 9:14)
el cual limpia la conciencia para servir al Dios viviente. La ofrenda
única de Cristo obtuvo “eterna redención” y una “herencia eterna”
5. Los sacrificios:
a.-Los sacrificios terrenos fueron “copias de cosas en los cielos”,
propiciando tan solo “la limpieza de la carne”.
b.-El sacrificio de Cristo, lo trajo “no dentro de lugar santo hecho de
manos, como un modelo de lo verdadero; pero dentro de los cielos
mismos, para aparecer ante el rostro del Padre por nosotros”, no una
vez al año, pero permanentemente.
Meditando en la liturgia, lo que no está escrito pero que está implícito. El pueblo de Israel llevaba de lo recibido de la mano de Dios, para ofrecer sacrificio y llevaba sus ofrendas. Iban con un corazón dispuesto a ofrecer sacrificio para redimir sus pecados.
Esto es lo que quiere decir la primera parte del versículo: “Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto”. Era un culto de adoración, un servicio judío que tenía su santuario, y sus sacerdotes que oficiaban diariamente. El Sumo Sacerdote realizaba lo señalado, en el “día de la expiación”, sólo una vez al año. Esa es la gran diferencia con nuestro Sumo Sacerdote, Cristo Jesús, que escucha cada día “al corazón contrito y humillado.
Con los años surgieron las sinagogas, cuyo orden de culto pudiera ser más semejante a los cultos cristianos que se seguían en el primer siglo.
En este maravilloso tiempo de la gracia, el Sumo Sacerdote es Cristo que está intercediendo a la diestra del Padre. Eso lleva a preguntar ¿Cómo debe ser el culto que se le rinde cada día?, Bienaventurados los creyentes que se presentan con un corazón rendido, humilde y en adoración.