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Jesucristo es el Señor.
139 veces en el NT aparece el sustantivo Señor “Supremo en autoridad”; y, 110 veces se le otorga este título exclusivamente a “Jesucristo”. El derecho de Jesucristo sobre todo lo creado, no es un título que se le otorgue por adquisición; sino, por ser el ente creador de todas las cosas. Nadie puede reclamar este título, y nadie lo puede ostentar, sino, únicamente Dios mismo,
La temporalidad de la creación en contraste con la eternidad de Jesucristo (Sal 102:25-27).
ellos perecerán, del griego apolountai que se traduce como “sucumbir”, “desaparecer”, “desvanecerse”. Esto indica la remoción de las cosas como las vemos ahora (He 12:26-27; 1 P 3:10-13; Ap 6.14) La creación desaparecerá, los reinos de la tierra que hoy están mañana dejarán de ser, pues, tienen un principio y un fin; pero, de Jesucristo dice la Escritura: “mas tú permaneces” del griego “diameneis” que significa: “quedar”, “persistir”, “continuar”; es decir, su reino es eterno (comp. Sal 45:6), antes de la creación ya estaba y cuando llegue al fin, Él permanecerá reinando. Todos ellos se envejecerán como un vestido, una metáfora en la que se toma a la tierra y a los cielos como vestidos, ropas que se desgastan, se pudren, decoloran con el tiempo y dejan de ser útiles, de la misma forma esta tierra y los cielos un día ya no estarán. Pero se vuelve a recalcar por si quedara alguna duda, tú eres el mismo, y tus años no pasarán. ¡Qué gran diferencia! Cristo no cambia, no se envejece, no se transforma, sigue siendo el mismo de ayer, hoy y por los siglos de los siglos.
6f1.10–12: Sal. 102.25–27