LBC Menú
Capítulos:
Puede imaginarse el tabernáculo, con todos los utensilios puestos en los lugares que Dios ordenó, el candelabro alumbrando, los panes sobre la mesa, los sacerdotes con sus vestiduras. Pero solo una vez al año era como una celebración nacional, en la que el sumo sacerdote ofrecía el máximo sacrifico: el día de la Expiación, ritual para purificar todas las cosas y el pecado del pueblo. Sin embargo, eran un simbolismo, algo imperfecto, humanamente se esmeraban por seguir los lineamientos establecidos, hacían todos los rituales conforme a la ley, pero el alma del que practicaba este culto seguía con cargos de conciencia sin cambios. Esto era exterior todos lo veían, todos se esforzaban, sin embargo, el único que puede transformar el alma abatida es Cristo. Las comidas y las bebidas eran un sacrificio económico y material, que eran buenas, pero no suficientes para calmar el hambre y sed espiritual. No se puede decir que las obras pueden salvar el alma del hombre. Tampoco las prohibiciones y castigos físicos. Por ello hubo un cambio, el hombre necesita ser libre de la conciencia pecaminosa. El autor de lo Hebreos quería que los creyentes comprendieran que Cristo ya había hecho el sacrificio perfecto y ya no eran necesarios los otros rituales.
Por ejemplo, cuando una propiedad es comprada tiene un nuevo propietario y el propietario anterior no puede seguir haciendo lo que hacia en la propiedad, pues no le pertenece. El creyente comprado por Cristo debe dejar atrás todos sus rituales y sacrificios anticuados, llega el momento de vivir y servir solo a quien le ha hecho libre.