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La justicia de Abel estuvo fundamentada en la fe, y ésta se evidenció al ofrecer un sacrificio de excelencia delante de Dios.
todo lo que los siervos de Dios hacen con excelencia para Dios evidencia la fe que han depositado en su Señor, pues han creído que el “trabajo en el Señor no es en vano” (1 Cor 15:58) y que Jesús es fiel al decir: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Ap 11:18).
Aunque tanto Caín como Abel ofrecieron sacrificio a Dios, tan sólo la ofrenda de Abel fue agradable ante Él. ¿Por qué? He aquí el testimonio de Dios: “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda” (Gn 4:4). Mientras que de Caín dice: “Trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová” (Gn 4:3), de Abel dice que trajo lo primero y lo mejor. Por tanto, presentar a Dios ofrendas de excelencia es una evidencia de fe, de la fe en Dios.
la primera ofrenda que a Dios le agrada del cristiano es la ofrenda de su propia vida. Pues mientras Abel ofreció el sacrificio de un animal perfecto, el cristiano es quien se presenta así mismo como un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios (Rom 12:1). Todo aquel cristiano que no vive en santidad, está imposibilitado para ofrecer este tipo de ofrenda, por lo tanto, no puede agradar a Dios, no vive por fe. Más aún, el sacrificio de Abel es un tipo de Cristo mismo, la ofrenda perfecta delante del Señor.