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Continúa Dios, mediante el escritor de Hebreos, hablando sobre los pecados comunes de los que alguna vez alcanzaron la gracia de Dios pero que han descuidado su vida espiritual. Luego de mencionar la falta de amor (vv. 1-3); la fornicación y el adulterio (v.4); y, la avaricia (vv. 5-6); ahora habla de la falta de atención a los pastores.
Los pastores son los líderes establecidos por Dios sobre una congregación. No están puestos por Dios para satisfacer los apetitos carnales de un grupo, ni para hacer caso a sus caprichos, sino para guiar al pueblo a la santidad, alimentarles con la palabra de Dios (enseñando un evangelio completo), y para protegerles de los lobos rapaces (Hch 20:29). El pastor está puesto por Dios para ser ejemplo de la grey en todo sentido (1 P 5:3).
Aquí puntualiza Hebreos la conducta que deba tener un siervo de Dios fiel delante de Dios: una fe digna de imitar. De esta manera, el líder espiritual tiene una fe firme y poderosa, que supera a la de su congregación. Y la fe, como ya ha explicado el escritor de Hebreos en su capítulo once, se trata de acciones. Cualquiera puede decir que tiene fe, pero si ésta supuesta fe no va respaldada con obras, su fe es muerta (Stg 2:17), es decir, falsa, inexistente, es tan sólo una fe teórica. La fe intelectual ha hecho presa de tantos, que pareciera que ésta es la fe genuina, ¡pero no lo es! Si alguien no tiene fe (sin importar que diga que sí la tiene) jamás se atreverá a imitar a los que sí la han tenido y cuyas obras han producido el mover de Dios sobre la tierra (Heb 11:1-40; 13:7). El título de “pastor” no es lo que determina que sea digno de imitar, sino sus obras de fe, la trayectoria de una vida de fe y de cómo termina su carrera mostrando obras de fe. La fe es indispensable:
• para la santidad,
• para la sanidad divina,
• para la provisión económica sobrenatural,
• para el bautismo en el Espíritu Santo,
• para los dones del Espíritu,
• y para el cumplimiento de los proyectos de Dios;
y el cristiano deberá poner atención a los resultados de sus líderes. Si el resultado da gloria a Dios y se refleja así el cumplimiento de las promesas divinas—ya que por la fe y la paciencia se alcanzan las promesas (Heb 6:12), entonces el cristiano deberá imitarles.