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Tomando la Cena indignamente, 1 Co 11:27-34

11:31-34 “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; 32mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. 33Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. 34Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere”.



En esta porción final, el apóstol presenta un importante plan de 3 puntos para evaluarse cada uno, antes de tomar la santa cena:

a.“ 31Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; trae de inmediato a la memoria el Salmo 139:23 “ Examíname oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”. La Santa Cena se anuncia con anticipación o se celebra periódicamente en las iglesias. El creyente temeroso con toda sinceridad, pide perdón al Señor por todas las faltas cometidas, o las inclinaciones perversas que yacen en el corazón. Pide perdón a quien ha ofendido y está dispuesto a perdonar a cualquier ofensor.

b. 32mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor”, trae de inmediato a la memoria Proverbios 3:12 “Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere” y hace pensar en el caso de David cuando censó al pueblo y prefirió ser castigado por Dios, antes que caer en manos de los enemigos (2S 24:10-17). Su falta, pudiera decirse, fue una falta administrativa en un espíritu de desobediencia, que el Señor no pasó por alto. David pudo entender que había cometido una falta y que el pueblo no podía pagar por su pecado.

c. “para que no seamos condenados con el mundo”. El castigo de Dios no es para condenación eterna, es una disciplina, para que el creyente aprenda y se corrija a tiempo. El castigo inmediato del creyente le libra de ser condenado con los inconversos, es decir con el mundo. El creyente temeroso “no menosprecia ni desmaya cuando es reprendido por Él”, (Hebreos 12:5-11). En el Antiguo Testamento juzgaban a las personas por su pecado, en el Nuevo Testamento las personas sufren las consecuencias de su pecado.

El apóstol concluye el capítulo con una exhortación final sobre este tema de la Cena del Señor, exhortándoles a que coman antes de ir al culto, los que así lo consideren. Llegado el momento de convivir con los demás, que sea un verdadero ágape. Que nadie se aísle, que se derriben las barreras que impiden la comunión de unos con otros. De esta forma podrían disminuir las enfermedades y las muertes entre los hermanos de Corinto. (ver 11:30)

Este era un tema urgente, que no podía esperar hasta el tiempo en que Pablo pudiera ir a Corinto, sin embargo, les dice que otros problemas los tratará con ellos en su próxima visita.

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