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Y los gentiles, aunque incluidos en el plan de Dios desde el principio de los siglos, no eran personas que le buscaran resueltamente, aunque tuvieron nociones de su existencia. Esto también lo dice Pablo cuando predica a los griegos de Atenas: “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si de alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros” (Hch 17:26-27). Es decir, el Señor hizo lo propio para que los gentiles también alcanzaran salvación, y que le buscaran de alguna manera, aunque fuera a tientas, palpando. Sin embargo, los que andan en sus pecados de día tropiezan con tinieblas, Y a mediodía andan a tientas como de noche (Job 5:14).
En la casa de Cornelio se puede observar cómo Dios voltea su mirada hacia los gentiles y derrama de su Espíritu Santo sobre aquellos que, hacía tan sólo unos minutos, escuchaban su Palabra (Hch 10:1-46). Es así como Dios se manifestó a los que ni siquiera preguntaban por Él. Contrastando, el pueblo de Israel, habiendo sido testigo de grandes milagros, señales y manifestaciones portentosas de Dios, se mostró rebelde y contradictor.
nos dice la Biblia que muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros (Mt 19:30); esto nos hacer reflexionar en que algunos que tienen mucho tiempo en el camino del Señor, que vieron grandes milagros y hechos sobrenaturales de Dios, serán aventajados por nuevos convertidos y aquellos con poco tiempo en el Camino. ¿Por qué? Porque lo que cuenta para el Señor no es cuánto tiempo tengamos de haber entregado nuestra vida a Él, sino cuánto es nuestro crecimiento en la fe. Así, los gentiles en general han aventajado a los judíos en fe, y esto en cumplimiento a lo que dijo Jesús: “Y os digo que vendrán muchos de oriente y de occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de Dios;” (Mt 8:11). Por tanto, el requisito para ocupar los primeros lugares en el reino de Dios es hecho notorio por Jesús, quien, al ver la tremenda fe que demostró el centurión, sorprendido exclamó: “… De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Mt 8:10).