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En el capítulo 6, Pabló usó dos analogías (comparaciones):
1. La del bautismo en agua, para compararlo con la muerte de Cristo. Así como Jesús fue muerto y sepultado, para luego resucitar a una vida eterna, el creyente es “sepultado” en las aguas del bautismo, muriendo al pecado, para surgir a una vida nueva, que lo llevará a la vida eterna.
2. La analogía del esclavo, cuya voluntad está totalmente sujeta a su amo, con la actitud del creyente que está totalmente dispuesto a sujetarse a Cristo para vivir una vida limpia, teniendo como “fruto la santificación”
Ahora aquí en el capítulo 7, establece una analogía de la relación que existe entre el creyente y Cristo, con la sujeción mutua que se da en un matrimonio.
Aún pueden quedar preguntas en el aire de los creyentes romanos para el apóstol Pablo: ¿En qué sentido es cierto y cómo sucedió que nosotros ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? ¿Para qué propósito fuimos liberados del señorío de la ley?
Para hacer todavía más comprensible la incompatibilidad entre la gracia de Dios en el hombre y el pecado, el apóstol usa la analogía del matrimonio para una enseñanza didáctica.
Ante los argumentos del capítulo 6, una vez más surge la afirmación: -ya saben que el reino de la Ley ha sido rebasado por el de la gracia- Los hermanos aquí mencionados son los que vivían bajo las leyes, en un significado más amplio, las leyes romanas, griegas y judías.