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Pablo es un vivo ejemplo de que Dios no ha desechado a la descendencia de Jacob (y sigue con su ejemplar estilo de hacer preguntas, para enfatizar con sus respuestas, los conceptos que trata de dejar en el ánimo de sus lectores). Antes bien, Dios hizo un nuevo pacto con la casa de Israel (Jer 31:31; Hebreos 8:8-10), y este pacto se hizo extensivo a los gentiles; el apóstol lo explica después poniendo Dios a ambos pueblos en el mismo lugar y bajo los mismos términos de este nuevo tratado.
Dios desechó a Saúl para que continuara siendo rey sobre Israel (1 Sa 15:23; 16:1), y también excluyó a Israel por un momento, como dice Isaías: “por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias” ( Is 54:7). El mismo pueblo de Dios escribía en sus canciones y lamentos, que el Todopoderoso les había desechado (Sal 44:9; 60:1,10; 74:1; 108:11; Lam 5:22); David y Jonás expresaron algo equivalente (Sal 43:2; 119:141; Jon 2:4). No obstante, la misericordia de Dios y los pactos que Él hizo con los patriarcas y con el rey David, permanecen para siempre (Ro 11:28; Éx 2:24; Lev 26:42) y de los cuales dice que Él juró, cumplió y cumplirá su palabra (Dt 6:10; Gn 50:24; Dt 30:20, etc.).
También la carta a los Hebreos expresa: “cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor; juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente” (Hebreos 6:13,14) En cuanto a David dice: “En verdad juró Jehová a David, Y no se retractará de ello…”(Sal 132:11) y: “No mentiré a David” (Sal 89:35). Aunque por un tiempo Dios desechó a su pueblo, pues ellos desobedecieron al no cumplir sus mandamientos, les tomó una vez más, estableciendo un nuevo pacto con ellos (Hebreos 8:9), a fin de cumplir la palabra de su juramento.
El apóstol revela su ascendencia: israelita, de la tribu de Benjamín. Dios quiso que esta tribu estuviese cerca de Judá, de donde vino el Señor, y cuando se hizo la distribución de la tierra prometida, su heredad quedó exactamente junto a la de ésta (Jue 18:11).
La Tribu de Benjamín tuvo un grave problema en la antigüedad, cuando por causa de los hombres perversos de Gabaa de Benjamín, se produjo una ruptura de las buenas relaciones de esta tribu con el resto del pueblo (Jueces 19 al 21). Esto propició una brecha entre ellos (Jue 21:15), y Benjamín fue reducida hasta ser la tribu más pequeña de Israel (1 Sam 9:21). Pero de Benjamín, Dios levantó al primer rey que gobernó sobre las doce tribus, y al aliarse con Judá, después del desgajamiento del reino (1 Reyes 12:1-24; 1 Sam 20:16; 23:18), fue vista sin distinción como “la nación judía”, que tanto es mencionada en Esdras, Nehemías y Ester, luego del exilio. Ahora, Dios vuelve a honrar a Benjamín levantando de entre ésta -la más pequeña y humillada tribu de Israel- al gran apóstol Pablo. Así es Dios, le gusta levantar al más humilde.