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Estos versículos tratan de la dinámica del Espíritu Santo en todo aquel que anda en Él y que ha sido bautizado en Él. Quien anda en el Espíritu gime por la redención final, pero quien ha sido bautizado en el Espíritu, es el mismo Espíritu de Dios quien gime dentro de él. Cabe aquí la oración en el Espíritu de la que habla Judas (Judas 1:20) y Pablo (Ef 6:18). Esa oración en el Espíritu (en lenguas) es un gemir dentro de nosotros. Pablo nos da la clave para mantener el andar en el Espíritu: dar lugar a la intercesión apasionada del mismo Espíritu, dentro de nosotros, por todo aquello que nos conviene conforme a la voluntad de Dios.
El pasaje nos enseña:
1. Que el Espíritu acude en nuestro auxilio en momentos de debilidad, cuando estamos a punto de apartarnos de la voluntad de Dios debido a la tribulación.
2. Que no sabemos qué pedir, ni cómo pedir en momentos cruciales.
3. Que el Espíritu intercede por nosotros (aquí se implica la oración en el Espíritu).
4. Que tal intercesión será para que no nos desviemos de la voluntad de Dios.
5. Que esto ocurre con toda persona que vive en santidad (intercede por los santos).
Se puede dividir el capítulo 8 de Romanos en dos partes: vv. 1-27 y vv. 28-39. La primera sección habla de la vida y andar en el Espíritu, sus implicaciones. La segunda trata del resultado de este andar: Una vida en Victoria.