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Pablo, conforme a su estilo hace una serie de preguntas, (la hermenéutica llama a este sistema de disertación: figura retórica de interrogación) las cuales tienen que ver con todo aquello que trata de impedir que andemos en el Espíritu y nos adueñemos de la glorificación futura. Alude a los enemigos del cristiano, particularmente, al reino de las tinieblas. Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? ¿Acaso temeremos a caer de la gracia de Dios? ¿Acaso habrá algún agente de las tinieblas que pueda hacernos tropezar en cuanto al cumplimiento del plan divino en nuestras vidas? También nos dice que tenemos cualquier tipo de provisión de Dios para vencer en nuestra lucha y para el cumplimiento de nuestra misión, puesto que Aquel que estuvo dispuesto a darnos su propio Hijo, nos dará también con Él todas las demás cosas. Estas “demás cosas” no se refieren, por su puesto, a todas las cosas en el sentido de satisfacer caprichos egoístas, sino sólo a aquello que sea parte del propósito de Dios para nuestra vida (Jn 15:7, Sal 37:4).
