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Se comenta que muchos han predicado a más gente que a las que les compartió Pablo, que han sembrado más iglesias que las que fundó este gran apóstol. Pero todos están de acuerdo que nadie ha plantado iglesias como las que estableció Pablo. Se puede recordar la llegada de Pablo a Éfeso en Hechos 19:1-2: “Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”. Ésta era la forma en la cual se movía el apóstol Pablo, siempre en la dinámica del Espíritu Santo, en el poder y con las señales que le seguían.
A continuación, el apóstol Pablo al mismo tiempo que reconoce a los hermanos de Roma su trabajo evangelístico, acepta su llamado cuando declara: “a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio…”, Pablo está usando la palabra griega λατρεύω latreúo, de λάτρις látris, un doméstico contratado para ministrar a Dios y rendirle un servicio. Definitivamente esta era la estatura espiritual de este apóstol, no se asume como un jerarca eclesiástico, sino como un esclavo de Cristo, una enseñanza para los líderes religiosos de todos los tiempos.