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El juicio de Dios es una verdad espiritual reconocida por todas las confesiones cristianas. En las postrimerías del siglo XX y los inicios del siglo XXI se habla de la posverdad, la cual de acuerdo a la RAE se describe “como (una) distorsión deliberada de la realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.
Bien, bajo esta distorsión de la realidad manipuladora, se dice que un Dios que enjuicia es falto de amor y de misericordia. Ciertamente se puede recordar el gran amor de Dios por toda la raza humana en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Sin embargo, se tiene que reconocer que no todos aceptan ese amor y sí vivir en el uso extremo de la libertad que cada individuo tiene, como dice 2 Tesalonicenses 3:2 “…porque no es de todos la fe”.
La teología no corre sola, junto a ella siempre estarán los cambios culturales, los cuales en las últimas décadas han tenido una marcada aceleración con el uso de los medios de comunicación de masas (mass: media), donde por supuesto, se incluyen las redes sociales. Éstas últimas, han funcionado como replicadoras de distintos comportamientos, las cuales, de acuerdo a la teoría del aprendizaje social, las personas aprenden a través de la observación y la imitación de la conducta de los modelos conductuales y no requieren necesariamente la existencia de un estado de frustración previa. Según esta visión, una conducta agresiva no necesariamente es del tipo innato ni existirían estímulos específicos desencadenantes, sino que serían el resultado de procesos de aprendizaje.
Esto aplica por supuesto a las prácticas sexuales y la ideología de género, traducida ya en los últimos años en un verdadero alud de caracterizaciones, los cuales suman más de 120 géneros distintos, todos asumidos desde la perspectiva de los sentimientos y de las emociones.
Ciertamente, la respuesta sigue siendo contundente, válida y contemporánea para este tipo de prácticas: “Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad”, escribió el Apóstol hace dos mil años.
Las diferentes culturas seguirán cambiando y asumiendo su validez social, pero los principios bíblicos también mantendrán su inalterabilidad, toda vez que sobre la horizontalidad cultural permea la verticalidad de la Palabra de Dios.