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En cuanto, a si la incredulidad de algunos judíos hace nula la fidelidad de Dios, Pablo responde: “De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso…”
Trae a la memoria la última parte del versículo 4 del Salmo 51 que dice: “Para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio”. Este salmo 51, escrito por el rey David, se refiere a la pecaminosidad del hombre en contraposición a la fidelidad de Dios. El hombre desobedece a Dios, peca, es incrédulo, y Dios permanece fiel: “El nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento” Stg 1:17 NTV.