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Estos versículos, si bien no aportan factores nuevos a la disertación sobre cómo hemos de vivir en paz a pesar de las diferencias de conciencia que pueda haber entre los hermanos de una sola congragación, son la conclusión de Pablo sobre este tema.
La palabra “sigamos” es una palabra enérgica, que generalmente se usa en el sentido de perseguir, ir en pos con empeño, como se hace en la cacería. Pablo le dice a Timoteo que “siga la justicia, piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre; siga la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (1ª Ti 6:11; 2 Ti 2:22). Así pues, persigamos, vayamos en pos con empeño, de las cosas que tienden a la paz y la ayuda de los demás.
Esta búsqueda ha de ser continua para no “destruir” la obra de Dios en tu hermano, no echar por tierra su fe o su vida cristiana, pues lo que Dios ha creado ¡No lo demuelas! Aquí el verbo es disolver, destruir (“kataluo”) que es todo lo contrario a “edificar”. La segunda parte del versículo 20 va dirigida al hermano fuerte: “En realidad todos los alimentos son limpios, lo malo es comer algo que haga perder la fe a otros”.
Pablo exhorta a los hermanos en Roma que “bueno es”, abstenerse ya sea de comer carne, beber vino o de cualquier otra cosa que provoque una caída fatal al hermano débil.
Entre los hijos de Dios, debemos “esperarnos los unos a los otros”, en la vida espiritual. El deber del fuerte es adaptarse a la flaqueza del débil y acomodarse a su andar, ayudándole a crecer y fortalecerse. Esto es “amor entre hermanos”.