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El remanente de Israel, Ro 11:1-10

Romanos 11:2-4
“No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus profetas han dado muerte, y a tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.”


Enfáticamente el apóstol de los gentiles declara que Israel continúa estando en el corazón de Dios y en su plan, aunque ya no igual que en el antiguo pacto. El remanente fiel que es resaltado, son aquellos que han creído en Cristo reconociéndole como el Mesías, como el Salvador del mundo. Pablo trae a la memoria el caso de Elías, quien, creyéndose solo, clamó a Dios en tres ocasiones diciendo: “sólo yo he quedado” (1 R 18:22; 19:10, 14). Elías pasó por un tiempo de intensa depresión, en donde se sintió sólo y abandonado por todos, hasta por su criado (1 R 19:3). Por ello, emprendió su travesía en la soledad, lleno de temores e incertidumbres, aunque había visto el indescriptible e inigualable poder de Dios, tan solo unas horas atrás. Dios, conociendo el corazón de su profeta en ese momento le declara: “y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron”. Estos siete mil compartían la actitud de Elías en cuanto a su devoción al Dios vivo (1 R 19:18).



Para Meditar:

Algunas veces podemos sentirnos solos y clamar a Dios tal y como lo hizo Elías; y nuestro Dios, quien es misericordioso y compasivo (Stg 5:11), se encargará de darnos la compañía necesaria para que hagamos su labor y sintamos gozo durante el proceso. Es válido orar a Dios mostrando nuestros sentimientos, sin embargo, no es agradable al Señor la autocompasión (Jos 7:8-10), la ingratitud (1 Ts 5:18), o la incredulidad (He 11:6). Por ello es muy importante mostrar la actitud correcta para ser escuchados.



Actualmente entre el pueblo de Israel y desde los tiempos apostólicos, ha quedado un remanente escogido por Dios quienes han depositado su fe en el Señor Jesús. Históricamente ha sido muy difícil para el judío ser un seguidor de Jesucristo, pero por la gracia y promesa de Dios existe ese remanente. La gran mayoría de ellos son llamados judíos mesiánicos.

Nota histórica sobre el desarrollo del judaísmo mesiánico :

Luego de la destrucción de Jerusalén por Tito, en el 70 d. C., la historia registra algunos grupos de judíos seguidores de Jesús. Desde el siglo segundo y posiblemente hasta el cuarto, secretamente los judíos seguidores de Cristo asistían a las sinagogas. Hugo J. Schonfield, dice en su libro titulado The history of Jewish Christianiy, que había judíos cristianos esparcidos en las villas de Galilea, quienes observaban la Torá, tanto como otros judíos, pero con distinta interpretación de ella. También en su libro “Explaining Christian origins and early Judaism” dice que Epifanio, uno de los líderes cristianos del siglo IV, describe un grupo particular de judíos mesiánicos, los cuales se llamaban a sí mismos “los Nazarenos”, y quienes mantenían el Kosher (la dieta judía), y vivían en la comunidad judía, sin embargo, creían en Jesús como su Mesías. Esta secta, mencionada desde el libro de Hechos como, “la secta de los nazarenos” (24:5), es referida posteriormente, según Joseph Priestley, por Jerónimo y Agustín de Hipona (vea Memoirs of Dr. Joseph Priestley,” por Joseph Priestley).

Aunque los judíos seguidores de Jesús asistían a las sinagogas en un principio, todo cambió con el desarrollo de los rabinos talmúdicos primitivos (Tanaim) quienes buscaron redefinir el judaísmo y evidenciar quiénes estaban dentro de su religión y quiénes no. Ellos pusieron en práctica un recital antiguo –llamado Birkat haMinim (heb. “bendición a los herejes”), que fue introducido en la liturgia judía (Amidah), y que decía, entre otras maldiciones: “los Nazarenos … perezcan instantáneamente: sean borrados del libro de los vivos”. Así, los Nazarenos eran identificados inmediatamente, pues ante esa maldición no podrían decir, “amen”. De esta manera los judíos creyentes en Jesús dejaron de congregarse en las sinagogas y finalmente dejaron las comunidades judías.

Aun así, siguieron existiendo grupos secretos de judíos creyentes en Jesús, un remanente a través de los siglos. La historia nos muestra judíos mesiánicos prominentes como Count Joseph (San José de Palestina), Solomon Halev (Pablo de Santa María), Benjamín Disraeli (primer ministro inglés en la era victoriana) y otros; y todos ellos -aun los de las más altas élites- tuvieron que luchar, en su tiempo, con un profundo aislamiento y persecución. Los judíos les rechazaban juzgándoles como “herejes”; y los cristianos les perseguían y mataban pues les culpaban de la muerte de Jesucristo.

Desde tiempos de “La Ilustración” en Europa, la sociedad contemporánea empezó a mostrar más tolerancia religiosa y los judíos mesiánicos empezaron a tener un alivio.

La primera iglesia judío-cristiana aparece en 1813 congregándose en Londres la cual es llamada Benei Abraham (Hijos de Abraham). Dan Cohn-Sherbork la identifica como la precursora de todas las iglesias judío-cristianas en el mundo (Messianic Judaism por Dan Cohn Sherbok)



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