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De los versículos 10 al 18 encontramos una serie de “no hay’s” y vemos a Dios como juez, médico e historiador.
En el primer caso. Dios como juez, dice: “No hay justo; no hay quien entienda; no hay quien busque a Dios; no hay quien haga lo bueno”. El hombre está totalmente apartado de Dios. Por eso, “todos se desviaron, a una se hicieron inútiles”. La palabra griega ajeiroo significa literalmente: “dejar inútil” y se usa en relación con la leche que se pudre. La naturaleza humana sin Cristo es algo corrompido y echado a perder. Por sí mismo jamás ha podido justificarse, no hay siquiera un hombre justo (Sal 14:1; 53:1; Job 9:2; Ec 7:20). La denuncia es mundial: “todos los hombres son pecadores”. Así declara el Juez Santo a los hombres: ¡PECADORES!