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Los hermanos de Roma son encomendados al Dios Eterno, que es fuente de todo gozo y esperanza. La vitalidad de la fe se muestra como raíz y origen de todo gozo y paz en los creyentes, y que también experimentan como un agregado divino “la abundancia en la esperanza por el poder del Espíritu Santo. El escritor de la Epístola a los Hebreos, para complementar el punto paulino, obsequió a la cristiandad la inspiradora declaración de Hebreos 11:1 que se ha repetido a través de los siglos en todos los idiomas: “Es pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”.
Samuel Pérez Millos añade: “Esa fe vinculante permite la vivencia continuada con el Señor. Sólo el que cree puede tener esperanza y sólo el que tiene esperanza puede tener gozo.” (Comentario a Romanos pág. 1050)
La llenura del gozo y de la paz en el corazón y la abundancia en la esperanza, son indicios de la forma colmada en que Dios bendice a su pueblo. No hay mezquindad en Él, sino bendiciones remecidas y abundantes. (Jn 3:34, Lc 6:38)
